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Ciencia

 

 

LA CIENCIA POTOSINA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX, A VUELO DE PÁJARO

 

 

A lo largo del siglo XVIII destacaron algunos potosinos en algunas áreas de la ciencia, su trabajo prácticamente era personal y no existían comunidades científicas. La educación estaba a cargo de grupos religiosos, principalmente los jesuitas, mismos que fueron expulsados al final del tercer cuarto del siglo XVIII dejando a la ciudad, sin atención escolar. En este siglo, destacaron José Antonio de Villaseñor y Sánchez, José Ignacio García Jove, Joaquín Pio Eguía Muro y José Mariano Jiménez.

 

En esa época virreinal San Luis Potosí contó con importantes personajes en el mundo de la medicina, uno de ellos, formado en la Real y Pontificia Universidad de México, donde se graduaría en 1784 y que realizara la primera monografía escrita en el mundo sobre abscesos hepáticos, fue Don Joaquín Pio Eguía Muro.

 

Don Joaquín Pio Eguía Muro fue el iniciador de la bibliografía médica potosina. Nació en San Luis Potosí, siendo hijo de Don Ildefonso Eguía, Notario del Tribunal Eclesiástico y del Santo Oficio de la Inquisición.

 

En la propia Real y Pontificia Universidad de México se presentó y ganó en las oposiciones para ocupar las cátedras de tres de las cuatro cátedras más importantes de Medicina. En 1795 fue nombrado Miembro del Protomedicato. En sus disertaciones el maestro potosino señaló por primera vez en la historia de la medicina mundial, la perforación al pericarpio de los abscesos del hígado provocando pericarditis purulenta.

 

Otro importante médico potosino que brilló intensamente durante el virreinato fue el Dr. José Ignacio García Jove que se graduara también en la Real y Pontificia Universidad de México en 1772. Triunfó en la oposición de las cátedras de Vísperas de Medicina en 1789 y Prima de Medicina en 1795. Cuando ejercía la Cátedra de Anatomía y Cirugía, se matriculó para cursar la carrera de Leyes donde finalmente también se graduó.

 

García Jove fue médico del Hospital Real de San José de los Naturales, Presidente del Protomedicato, cargo que ejerció hasta el año de su muerte en 1823. El maestro potosino sostuvo firmemente la tesis de la unificación de la medicina y la cirugía en una sola carrera. En esos tiempos la carrera de cirugía era independiente de la de medicina y se cursaba en el Real Colegio de Cirugía.

 

Por recomendación expresa de García Jove, fue nombrado Médico de la Ciudad y del Hospital de San Juan de Dios de San Luis Potosí, el Dr. Anastasio Bustamante; este médico es el único facultativo que ha sido y desempeñado el cargo de Presidente de la República. José Ignacio García Jove, ilustre médico y catedrático potosino de la época virreinal es un gran honor para la comunidad científica potosina.

 

Por las circunstancias de la ciudad estos personajes tuvieron que salir de San Luis no sólo para proseguir sus estudios, sino para realizar su trabajo científico, dos de ellos a la Real y Pontificia Universidad de México a estudiar medicina, otro de ellos, Mariano Jiménez, al Real Seminario de Minería para graduarse de perito facultativo minero.

 

Villaseñor y Sánchez, logró estudiar con los jesuitas y se traslado a México a proseguir sus estudios con la misma compañía en el Colegio de San Idelfonso y destacó como geógrafo y matemático .

 

Puede decirse que es lo mas destacable o de que se tiene noticia durante el siglo XVIII, los tres últimos personajes, Eguía Muro, García Jove y Mariano Jiménez, brillaron por igual durante el primer cuarto del siglo XIX. 

 

Durante el siglo XIX comienzan a establecerse pequeñas comunidades académicas principalmente en las áreas de farmacia y medicina; sin embargo, varios de estos personajes se dedicaban, como era costumbre en esa época, a cultivar otras áreas. De esta manera se tuvieron contribuciones a la química, la física, la geografía, ingeniería, las ciencias naturales y por supuesto la medicina y la farmacia.

 

Se comenzaron a formar sociedades científicas y publicaciones especializadas. Se formaron instituciones de estudios superiores y se creó un ambiente intelectual propicio para el desarrollo de trabajos científicos y técnicos.

 

Con el triunfo de la República se intensificó el proceso de institucionalización primaria de la ciencia, en ese periodo comenzaron a construirse las primeras asociaciones de científicos, con sus respectivas publicaciones, esto en el área de la medicina, que era la que contaba con un número importante de especialistas.

 

Se restauró el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí y con ello, la formación de cuadros en las áreas de medicina, farmacia e ingeniería, principalmente, o bien simplemente la formación de bachilleres que posteriormente continuaban sus estudios en la ciudad de México o en el extranjero.

Con la restauración de la República, por todo el país inicia un notable resurgimiento intelectual que se prolonga hasta la última década del siglo XIX. En San Luis Potosí, a pesar de las tribulaciones que siguieron envolviendo al país, la ciudad vivió una intensa actividad académica que se vio reflejada con el restablecimiento del Instituto Científico y Literario, incorporándose a sus filas importantes catedráticos, mezclando la experiencia y la juventud de futuras promesas que comenzaban su quehacer profesional. Esta ola de importante intensidad, se caracterizó por la presencia de potosinos y otros intelectuales que llegaron a la ciudad.

 

Durante la primera mitad del siglo XIX San Luis participó de manera modesta con la instauración de instituciones educativas, se formó el Colegio Guadalupano Josefino, durante el gobierno de Ildefonso Díaz de León, que colaboró con el importante Instituto de Ciencias, Literatura y Artes de la Ciudad de México creado en 1826, de vida efímera pero que reunió a los más importantes hombres de ciencia y artistas del país a fin de estimular el trabajo conjunto y lograr la perfección de las ciencias, la literatura y las artes, del cual figuraron como socios corresponsales por San Luis Potosí, Ildefonso Díaz León y el Coronel D.N. Graces

 

Por ese entonces se instalaron en la ciudad como médicos Anastasio Bustamante, quien llegara a ser presidente de la República y José Eleuterio González, Gonzalitos, fundador de la escuela de medicina de Monterrey, que ejercieron en el Hospital Civil de San Juan de Dios, así como el que fuera médico de Napoleón de Santa Elena, Francesco Antommarchi. La ya tradición potosina en el ámbito de la medicina prosiguió con Francisco Estrada padre que emigró a la ciudad de México a estudiar medicina en la Escuela Nacional de Medicina.

 

En el Hospital de San Juan de Dios estaban además otros médicos, como Pascual Aranda y Pablo del Cuadriello, quienes según el propio Gonzalitos eran catedráticos de medicina en el propio hospital, por lo que se supone existía una especie de Escuela de Medicina, hecho que no está confirmado. El Hospital de San Juan de Dios fue clausurado en 1856, después de 245 años de servicio al ser fundado en 1611 por el minero vizcaíno D. Juan de Zavala y Fanárraga.

 

Otro personaje de la medicina, fue el cirujano Mariano Güemes, que en 1811 realizó una extraordinaria curación de una herida simultánea de esófago y de tráquea, considerada una verdadera hazaña quirúrgica.

 

Durante la década de los cuarenta del siglo XIX residió en la ciudad el farmacéutico Miguel Dionisio, personaje por demás olvidado que brilló en el mundo de la química al ser considerado el cuarto a nivel mundial que experimentó sobre los mecanismos de detección y cuantificación de azúcar en la orina en diabéticos. Sus experimentos los realizó en la botica Mascorro y algunos de sus estudios los publicó en la revista especializada en medicina de México, el Periódico de la Academia de Medicina en México en 1840.

 

Florencio Cabrera fue un sabio de su profesión y uno de los más eminentes maestros del Instituto Científico donde fue catedrático de varias materias como farmacia, química y física, tuvo conocimientos muy profundos en historia y en topografía y fue uno de los primeros escritores que se ocuparon de investigar sobre arqueología y etnografía de San Luis Potosí. A él se debe el importante plano de la ciudad de San Luis Potosí. Descubrió el ocre de bismuto en las montañas del desierto que se ubican al poniente de la ciudad. El trabajo analítico que redactó sobre esta materia le fue premiado por la Academia de Medicina de México, de la cual fue socio. Otra interesante investigación fue su estudio sobre el ácido litofélico como reactivo del azúcar del diabético, trabajo que se realizó treinta años después del de Miguel Dionisio.

 

Otro de ellos Juan M- Balbontin un liberal de principios fijos y adelantado a la época en que vivió en esta ciudad, donde se dedicó con ahínco al estudio de la ciencia. Cuando residió aquí, ejerció el profesorado mucho tiempo, enseñando a la niñez ramos que entonces eran raros, e instruyó a sus discípulos con acierto e inteligencia. Entregado a nobles especulaciones introdujo la fotografía y el daguerrotipo, dos ramos que entonces no estaban generalizados. Siempre emprendedor, y amante de la tierra donde vio la luz, pretendió algunas mejoras de importancia para esta ciudad y fue de los primeros en proyectar la erección de la Presa de San José. Ocupó varios puestos importantes, en la administración representó al Estado en el Congreso de la Unión.

 

En la década de los setenta del diecinueve los médicos potosinos se organizan y fundan la primera sociedad médica de San Luis que contaba con un buen número de socios corresponsales de diversos estados del país. En el seno de esta sociedad se funda la revista La Fraternidad, que este año cumple 135 años, en donde se publicaron trabajos de estos personajes, no sólo en el mundo de la medicina, sino de la farmacia, ciencias naturales, entre otras.

 

Al finalizar la década de los setenta del siglo XIX se fundó el Observatorio Meteorológico de San Luis Potosí, el segundo en la República después del Observatorio Central.

 

Antes de la reapertura del Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí, radicó en la ciudad el ingeniero Francisco Díaz Cobarrubias quien al negarse a colaborar con el gobierno de Maximiliano, renunció a la Comisión Científica Mexicana que formara el imperio. En San Luis, Díaz Cobarrubias continuó con sus trabajos científicos. Poco se sabe de sus aportaciones mientras vivió en San Luis y sobre todo, la forma en que se relacionó con los hombres de ciencia que vivían en la ciudad en aquella época.

 

Justo en esa época Francisco Estrada, hijo, se encontraba en la ciudad, después de recibirse de farmacéutico, trabaja en la Farmacia del Refugio y comenzaba a desplegar su gran intelecto. Al reabrirse el Instituto comenzó a formar parte del cuerpo académico, junto a su padre, y se encargó de la cátedra de física, a partir de entonces comenzó a brillar en esa materia, no sólo como formidable maestro, sino como un extraordinario experimentador que en poco tiempo estuvo construyendo artefactos ligados al electromagnetismo. Con el tiempo llegó a ser, aunque no se le reconocía, el físico mexicano más brillante del siglo XIX.

 

Sus contribuciones son abundantes y de suma importancia, larga sería la descripción pero puede mencionarse una de esas contribuciones, el descubrimiento de la comunicación inalámbrica, realizada nueve años antes que Marconi, a quien oficialmente se le asigna. Ante el Ministerio de Fomento registró su sistema para comunicar trenes en movimiento con la oficina telegráfica.

 

El cuerpo de catedráticos del Instituto Científico y Literario de San Luis se enriquecía con la llegada de Pedro Garza, primer doctorado en ciencias potosino y posiblemente segundo en el país. Garza se doctoró en Ciencias Naturales en Gottinga Alemania. Sus estudios en Alemania los realiza de manera destacada al otorgársele una calificación distinguida en su examen final donde presenta su tesis sobre propiedades ópticas de cristales y contribuye al entendimiento de los mismos, pues al parecer a través de su trabajo, se registra su aportación en la lista de nuevos inventos o descubrimientos. Se indica que es el primer trabajo publicado en español, por lo que sería el primer estudiante de habla hispana que cursa su doctorado en la Universidad de Goettingen. Al parecer emigra a Sonora donde funda el Instituto Sonorense, a principios de la década de los ochenta del siglo XIX.

 

La comunidad de médicos seguía creciendo, entre quienes se formaban en San Luis, como aquellos que emigraron a estudiar medicina y quienes llegaron a desempeñar su trabajo como médicos. Entre dichos médicos se pueden mencionar a los siguientes:

 

El Dr. Gregorio Barroeta Corvalán, médico y cirujano egresado de la Escuela Nacional de Medicina y que por entonces ya destacaba como un naturalista interesado en la botánica, por lo que en el periodo del Gobernador Lic. Pascual M. Hernández fue designado encargado de la cátedra de Historia Natural en el Instituto Científico y Literario.

 

El Dr. José Ramos, alumno de la Escuela Nacional de Medicina de México, practicante del hospital general de San Andrés, primer secretario de la Sociedad Filoiátrica, segundo de la Mexicana de Historia Natural. Su tesis para el examen general de medicina, cirugía y obstetricia, versó sobre “Breve estudio sobre la degeneración grasosa del hígado que se observa en México, en sus relaciones con el abuso del pulque”. El Dr. Ramos ganó durante toda su carrera los primeros premios en las cátedras que cursó, siempre con singular y sólido aprovechamiento. Sus exámenes profesionales fueron brillantísimos, y en consecuencia se le concedió la medalla de oro reservada a los que como él, dan las mejores pruebas de aptitud y escrupuloso estudio. La ley lo premió con una pensión en Europa a fin de perfeccionar sus conocimientos.

 

El Dr. Ismael Salas, que obtuvo su doctorado en Medicina y Cirugía de la Escuela Parisiense con nota suprema que solo otorga a sus discípulos prominentes aquella escuela considerada como la primera. Esta distinción honorífica, obtenida en el extranjero por un mexicano, redunda en honra de México así como del que se ha hecho acreedor de ella. Este profesor en medicina y cirugía, fue nombrado catedrático de patología y clínica externas en el Instituto Científico de San Luis, por renuncia que de esas cátedras hizo el Sr. Dr. Francisco de P. Echeverría, quien a su vez quedó encargado de las cátedras de anatomía general e histología.

 

El Dr. Miguel Otero nació en la ciudad de México el 21 de abril de 1884, pero como vivió en San Luis durante los 28 años más fecundos de su existencia, podemos considerarlo potosino. Ya con el título de médico y con el grado de teniente coronel, llegó a esta ciudad en el último cuarto del siglo XIX, como director del Hospital Militar. Construyó el edificio que se encontraba donde hoy está la escuela universitaria de Comercio y Administración. En ese hospital creó el primer gabinete antirrábico del país. Impartió varias cátedras en la Escuela de Medicina del Instituto Científico y Literario. Después de servirla durante 10 años, renunció a la dirección del Hospital Militar para dedicarse a la fundación del Hospital Infantil, en el cual instaló sus laboratorios de investigación. Como divulgador de sus ideas, colaboró en “El Estandarte” y en la “Gaceta Médica de México”. Asistió a múltiples congresos científicos y fue fundador y director de los “Anales del Hospital Infantil de San Luis Potosí”. En agosto de 1910 regresó a México y cinco años después, el 8 de diciembre de 1915, falleció contagiado por un enfermo de tifo. Numerosísima es la bibliografía del Dr. Miguel Otero sobre las enfermedades microbianas y otras, en cuya prevención y en cuyo tratamiento introdujo técnicas aceptadas por la medicina internacional. Acerca de la rabia mejoró los sistemas de Luis Pasteur, con quien mantuvo correspondencia personal.

 

El Dr. Alejo Monsiváis que realizó importantes estudios acerca de la embriaguez, guiado por un fin enteramente humanitario, estudió la manera de combatir este vicio que tantos estragos originaba en la sociedad y la familia, y que por desgracia se propagaba en la ciudad cada día mas.

 

Jacobo Cerda médico que recién graduado fue muerto en Chihuahua por salvajes, estudio en San Luis y se recibió en México.

 

La lista de médicos continua, así como sus estudios y aportaciones que marcan varias primicias a nivel mundial, tanto en la cirugía como en la medicina. Médicos como Alfonso Cosso, Ignacio Gama, Joaquín López Hermosa, Juan Cabral y Aranda, Esteban Olmedo, Juan Baigén y Servín, Jesús Monjarás, Arturo Méndez, Daniel García, José María Quijano, Gustavo Pagenstecher, entre otros.

 

El grupo de médicos brilló con importantes aportaciones en la medicina y la cirugía, situación que trascendió al mejorar las herramientas de apoyo médico, como lo fue el uso de los rayos-X, en donde justamente en San Luis Potosí, pocos meses después de su descubrimiento se comenzaron a tomar las primeras placas que sería las tomadas en toda Latinoamérica, y con ello se lograron obtener las primeras arteriografías.

 

El contar con una máquina de rayos-X, fue posible por la visita a Alemania en los días en que Rötgen realizó sus experimentos, del ing. Espinosa y Cuevas, que fuera alumno del Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí y que llevará en su momento clases con Francisco Estrada, así que estaba familiarizado con el descubrimiento y principalmente con la manipulación de aparatos como el que adquiría en Alemania para su traslado a San Luis.

 

Intensa fue la actividad durante el siglo XIX, principalmente en el último tercio del siglo, en donde se presentaron un número importante de contribuciones.

 

Mientras estaba el proceso de conformación de una comunidad científica en San Luis, los nuevos procesos y productos tecnológicos comienzan a inundar la ciudad, lo que representa un buen ejemplo de la asimilación de tecnología, y su incidencia como parte dependiente de quienes ostentan el control de dicha tecnología, contra las aportaciones en el mismo plano de la incipiente comunidad científica, que si bien aporta en los mismos productos no son utilizados por la sociedad y se mantiene la dependencia tecnológica. Los nuevos productos tienen que ver con el telégrafo, el teléfono, la luz eléctrica, el ferrocarril, entre otros.

 

A grandes rasgos este es la situación de la ciencia en San Luis, durante los siglos XVIII y XIX y sobre la que enfocamos la elaboración de productos de divulgación consistentes en videos, cápsulas de radio, cuadernos potosinos de cultura científica, artículos y la edición de libros, entre otros.