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ACCION MUTUA DE DOS CORRIENTES ELECTRICAS

André Marie Ampère 

Físico y matemático francés que nació en Poleymieux (Lyón) y murió en Marsella (1775-1836). Fue profesor en Lyón y en el Colegio de Francia, y miembro del Instituto. Trabajó sobre el cálculo de probabilidades, el de variaciones y la integración de las ecuaciones de derivadas parciales: como físico enunció, independientemete de Avogadro, la hipótesis más conocida con el nombre de este otro físico. Se le debe así mismo el descubrimiento de las relaciones entre el magnetismo y la electricidad. Fue el primero en proponer el uso de la telegrafía eléctrica. Sus obras principales son: Recueil d’oservacions électro-dynamiques (1822). Précis de la Théorie des phénomènes eléctro-dynamiques (1826).

 

Acción mutua de dos corrientes eléctricas

1. La acción electromotriz se manifiesta por dos clases de efectos que ante todo creo conveniente distinguir

por medio de definiciones precisas.

Llamaré la primera, tensión eléctrica, y a la segunda, corriente eléctrica.

La primera se observa cuando dos cuerpos, entre los cuales ella se manifiesta, están separados por cuerpos no conductores en todos los puntos de su superficie, excepto aquellos en que se establece dicha acción; la segunda tiene lugar cuando los cuerpos forman parte de un circuito de cuerpos conductores que se hallan en contacto en puntos de superficies diferentes de aquellos en que se produce la acción electromotriz, En el primer caso, el efecto de la acción electromotriz es el de poner a ambos cuerpos o sistemas de cuerpos, entre los cuales, se manifiesta, en dos estados de tensión cuya diferencia es constante cuando la acción es constante; cuando, por ejemplo, está producida por el contacto de dos sustancias de diferente naturaleza; por el contrario, esta diferencia puede variar con la causa que la produce, si ella resulta de la fricción o de la presión.

El primer caso es el único que puede producirse cuando la acción electromotriz se establece entre partes diferentes del mismo cuerpo aislador; la turmalina es un ejemplo de esto cuando su temperatura varía.

En el segundo caso, ya no hay ninguna tensión eléctrica; los cuerpos livianos ya no son atraídos ostensiblemente, y el electrómetro ordinario ya no nos sirve para indicar qué sucede en el cuerpo; sin embargo, la acción electromotriz continúa: porque si, por ejemplo, el agua o una solución ácida, alcalina o salina forman parte del circuito, estos cuerpos son descompuestos.

2. Veamos en qué consiste la diferencia entre estos órdenes enteramente diferentes de fenómenos, uno de los cuales consiste en la tensión y las atracciones y repulsiones que se conocen hace mucho, y el otro, en la descomposición del agua y de muchas otras sustancias, en los cambios de dirección de la aguja magnética y de una clase de atracciones y repulsiones completamente diferentes de las atracciones y repulsiones eléctricas ordinarias, que creo ser el primero en haber descubierto, y que he denominado atracciones y repulsiones voltaicas para distinguirlas de las otras. Cuando no hay continuidad de conducción de uno a otro de los cuerpos o sistemas de cuerpos en los que la acción electromotriz se desarrolla, y cuando estos cuerpos mismos son conductores, como la pila de Volta, sólo podemos concebir esta acción como transportando constantemente electricidad positiva hacia uno de los cuerpos y electricidad negativa hacia el otro: en el primer momento, cuando nada se opone al efecto que ello tiende a producir, ambas electricidades se acumulan, cada una en la parte del sistema total hacia la cual es llevada, pero este efecto se anula tan pronto como la diferencia de tensiones eléctricas da a su atracción mutua, que tiende a reunirlas, una fuerza suficiente para equilibrar la acción electromotriz. Entonces todo permanece en dicho estado, excepto para la pérdida de electricidad que puede tener lugar poco a poco a través del cuerpo aislador, el aire, por ejemplo, que interrumpe el circuito; pues parece que no existen cuerpos que sean aisladores perfectos. Cuando esta pérdida tiene lugar, la tensión disminuye, pero desde que, cuando disminuye, la atracción mutua de ambas electricidades deja de equilibrar a la acción electromotriz, esta última fuerza, en caso de ser constante, transporta nueva electricidad positiva hacia un lado y negativa hacia el otro, y las tensiones se restablecen. Este estado de un sistema de cuerpos electromotores y conductores es el que llamo tensión eléctrica. Sabemos que él existe en ambas mitades de este sistema cuando las separamos, o aun en el caso de que permanezcan en contacto después de cesar la acción electromotriz, a condición entonces e que dicho estado se haya producido por presión o frotamiento entre cuerpos que no son ambos conductores. En estos casos la tensión disminuye gradualmente a causa de la pérdida de electricidad de que hemos hablado.

Pero si los dos cuerpos o dos sistemas de cuerpos entre los cuales se produce la acción electromotriz se hallan también conectados por cuerpos conductores en los cuales no hay otra acción electromotriz igual y opuesta a la primera, que mantendría el estado de equilibrio eléctrico y, por consiguiente, las tensiones que de ella resultan, estas tensiones desaparecerían o por lo menos se harían muy pequeñas, y se producen entonces los fenómenos que se han indicado como característicos en este segundo caso. Pero como por lo demás nada ha cambiado en la disposición de los cuerpos entre los cuales se desarrolla la acción electromotriz, no se puede dudar de que ella continúa, y como la atracción mutua de ambas electricidades, medida por la diferencia de las tensiones eléctricas, que ha desaparecido o disminuido considerablemente, ya no puede equilibrar esta acción, se admite generalmente que ella sigue transportando ambas electricidades en los dos sentidos en que lo hacia antes; de modo que resulta una doble corriente, una, de electricidad positiva, la otra, de electricidad negativa, que parten de sentidos opuestos desde los puntos en que se produce la acción electromotriz y se van a reunir en las partes del circuito alejadas de estos puntos. Las corrientes de que estoy hablando son aceleradas hasta que la inercia de los fluidos eléctricos y la resistencia que encuentran a causa de la imperfección de los conductores, aun de los mejores, equilibran a la fuerza electromotriz, después de los cuales las corrientes siguen indefinidamente con velocidad constante mientras que esta fuerza tenga la misma intensidad, pero ellas cesan siempre en el instante en que el circuito se interrumpe. Este estado de la electricidad en una serie de cuerpos electromotores y conductores es el que llamo, por brevedad, corriente eléctrica; y como tendré que hablar con frecuencia de los sentidos opuestos en los cuales se mueven ambas electricidades, cada vez que se presente la cuestión, para evitar repeticiones inútiles, después de las palabras sentidas de la corriente eléctrica, sobreentenderé las palabras electricidad positiva; de modo que si estamos considerando, por ejemplo, una pila de Volta, la expresión: dirección de la corriente eléctrica en la pila, designará la dirección desde el extremo donde se desprende hidrógeno, en la descomposición del agua, hacia el extremo donde se obtiene oxígeno, y esta expresión: dirección de corriente eléctrica en el conductor que une ambos extremos de la pila, designará la dirección que va, por el contrario, del extremo en que aparece el oxígeno hacia aquel en que se forma hidrógeno. Para incluir estos dos casos en una definición simple, diremos que la vamos a llamar dirección de la corriente es la que sigue el hidrógeno y las bases de las sales cuando el agua o alguna substancia salina es una parte del circuito y es descompuesta por la corriente eléctrica, ya sea que, como en la pila de Volta, dichas sustancias sean una parte del conductor, o bien estén intercaladas entre los pares que constituyen la pila.

Fragmento de una Memoria presentada a la Académie des Sciences (1820)

Trad. de D. Papp (Buenos Aires, 1945).

Datos biográficos por M. en C. Arturo Noyola Isgleas.

Del libro Panorama histórico de la ciencia moderna de P. Lain Entralgo y José Ma. López Piñero.