Sitio Web de Héctor E. Medellín Anaya

CORRIENTES ELECTRICAS INDUCIDAS

Joseph Henry(1797-1878)

 

El descubrimiento hecho por Faraday de que las corrientes eléctricas pueden inducirse, lo descubrió por su cuenta y casi a la vez Joshep Henry, talentoso profesor de filosofía natural en la Universidad de Princeton. El telégrafo, que al fin se convirtió en realidad práctica, merced a Samuel Morse, tiene mucho que agradecer a las investigaciones de Henry acerca de los principios del electroimán, sobre el cual se basa el telégrafo electromagnético. También en esta ocasión, la "ciencia pura" preparó el terreno a la tecnología. Para estimar el mérito eminente de Henry en la ciencia americana, baste decir que en 1846 fue nombrado primer secretario y director del Instituto Smithsoniano de Washington, donde, entre otras actividades, instituyó el sistema de información meteorológica, indagó las manchas solares y la radiación del Sol.

El Instituto Smithsoniano fue un presente que hizo a América un inglés. Fundóse en Washington, en virtud de una ley del Congreso, dada en 1846, invirtiéndose en ello la donación de más de 100,000 libras hecha a Estados Unidos por James Smithson, químico y mineralogista británico, hijo natural del primer duque de Northumberland. Numerosas investigaciones de Henry se dieron a la estampa en los informes del Instituto Smithsoniano, publicaciones que por espacio de casi un siglo han sido preciosa fuente de información acerca del desarrollo científico norteamericano.

He llevado al cabo varios experimentos relativos a la electricidad; pero deberes más importantes no me permitirán verificarlos antes de que se imprima este boletín. No obstante, puedo mencionar un hecho que no he visto señalado en ninguna obra y que, según creo, pertenece a la misma clase de fenómenos antes descritos. Consiste en lo siguiente: cuando, por medio de un ácido diluido se excita moderadamente una batería pequeña, y sus polos, que han de terminar en recipientes de mercurio, se conectan mediante un alambre de cobre de un pie de largo a lo más, no se ve chispa alguna ni al formar la conexión ni al cortarla. Pero, si en vez del alambre corto, se emplea uno de treinta o cuarenta pies de largo, aunque no se vea ninguna chispa al hacerse la conexión, al cortarse la misma, sacando una punta del alambre de su recipiente de mercurio, se produce una chispa brillante.

Si fuera muy intensa la acción de la batería, el alambre corto dará una chispa; en este caso sólo es menester aguardar unos pocos minutos para que la acción cese parcialmente, y ya no dé más chispas el alambre corto; pero entonces, si se pone en el lugar de éste el alambre largo, se obtendrá de nuevo una chispa. Parece que el efecto se acrecienta algún tanto, enrollando el alambre en forma de hélice; parece también que depende hasta cierto punto del largo y grueso del alambre.

No puedo explicarme estos fenómenos sino suponiendo que el alambre largo se carga de electricidad, la cual, reaccionando sobre sí misma, lanza una chispa, cuando se corta la conexión.

Del libro Autobiografía de la ciencia de Forest Ray Moulton y Justus J. Schifferes (Traducción de Francisco A. Delpiane).