Sitio Web de Héctor E. Medellín Anaya

EL MOVIMIENTO UNIFORMEMENTE ACELERADO

EL MOVINIENTO DE PROYECCION

Galileo Galiley

Sobre la antigua materia, desarrollamos una ciencia enteramente nueva. Acaso nada haya en la naturaleza más viejo que el movimiento, y sobre el mismo han escrito, los sabios volúmenes que no son escasos ni breves. Sin embargo, hallo muchas propiedades del movimiento que no han sido nunca mencionadas, no digamos demostradas. Se acostumbra a mencionar algunas de las más obvias, por ejemplo, que el movimiento natural de los cuerpos pesados en su caída va acelerándose. Pero hasta el día no se ha dado a conocer la ley según la cual se produce aquella aceleración. Nadie, que yo sepa, ha demostrado, en efecto, que los espacios recorridos en tiempos iguales por un cuerpo que cae desde la posición de reposao están en la misma razón que los sucesivos números impares, empezando por el uno.

A sido observado que las balas o los cuerpos arrojados describen alguna suerte de línea curva; pero que ésta es una parábola, nadie lo ha dicho. Que así es en efecto, junto con otras muchas cosas merecedoras de saberse, voy yo a demostrarlo, y además, cosa que me parece más impotante, voy a abrir la vía a una ciencia muy extensa y valiosa, cuyos comienzos formarán los presentes trabajos. Mentes más penetrantes que la mía penetrarán en las más remotas regiones.

En tres partes dividimos nuestro estudio. En la primera tratamos de cuanto toca al movimiento igual o uniforme, en la segunda, del movimiento naturalmente acelerado, en la tercera, del movimiento forzado o lanzamiento.

SOBRE EL MOVIMIENTO UNIFORMEMENTE ACELERADO

Habiendo en el libro presedente estudiado las propiedades del movimiento uniforme, hemos de tratar ahora del movimiento acelerado. Ante todo, debemos buscar y explicar una definición que se ajuste al comportamiento verdadero de la naturaleza. Ya que, aunque uno puede imaginar cualquier clase de movimiento y luego estudiar lo que ocurre en su caso (y eso hicieron, por ejemplo, los inventores de las hélices y concoides, partiendo de movimientos que ciertamente no se dan en la naturaleza y desarrollando admirablemente sus propiedades a partir de las presuposiciones), nosotros, teniendo en cuenta que la naturaleza conserva en sus movimentos, y en particular en la caída de los cuerpos pesados, cierta forma de aceleración, hemos preferido atender a las propiedades de esta clase de movimientos, de modo que nuestra siguiente definición del movimiento acelerado concuerda precisamente con el modo de ser del movimiento naturalmente acelerado.

A nuestra convicción hemos llegado tras larga meditación, movidos especialmente por una razón, a saber: que las propiedades que luego demostraremos coinciden perfectamente con cuanto el experimento muestra a los sentidos. Finalmente, nos ha guiado al estudio del movimiento naturalmente acelerado, insensiblemente, por así decir, la observación de la costumbre e inclinación de la naturaleza en todas sus demás manifestaciones, para las que usualmente recurre a los medios más inmediatos, sencillos y fáciles. No me parece que nadie pueda imaginar un modo de nadar o volar más sencillo o fácil que el que siguen los peces y pájaros por dictado de su instinto. Si pues, yo observo que una piedra, al caer de una altura donde estaba en reposo, va sin cesar acrecentando su velocidad, ¿cómo no he de suponer que esta aceleración tiene lugar del modo más sencillo e inmediato? si buscamos detenidamente, no encontraremos ninguna forma de aumento o crecimiento más sencillo que el que va produciéndose siempre del mismo modo. Comprendemos fácilmente que así es, atendiendo a la estrecha conexión del tiempo con el movimiento; y a que la igualdad y uniformidad de un movimiento se define y concibe como igualdad de los intervalos de tiempo y de los espacios recorridos (siendo así que llamamos uniforme a un movimiento cuando en tiempos iguales se recorren espacios iguales), podemos también , mediante una división del tiempo igualmente regular, concebir con la misma sencillez los aumentos de velocidad; de modo que, para nuestra mente, un movimiento se acelera uniformente y con una continua regularidad cuando para cualesquiera tiempos iguales han tenido lugar aumentos de velocidad también iguales. Si, por consiguiente, a partir del instante en que el cuerpo abandona el lugar de reposo y comienza a caer, se toman cuantas se quiera partes iguales de tiempo, resultará que el grado de velocidad adquirido tras la primera y segunda partes del tiempo será doble del que el cuerpo adquirió en sólo la primera de las partes. Y el grado de velocidad que adquiere en tres partes de tiempo será tres veces mayor, y en cuatro partes, cuatro veces mayor que el adquirido en la primera parte. De modo que si (para hacernos entender mejor) el cuerpo prosiguiera su movimiento con el grado o la intensidad de la velocidad alcanzada en la primera de aquellas partes de tiempo, siendo siempre mantenido en el mismo grado, entonces el movimiento sería dos veces más largo que el movimiento análogamente producido tras pasar las dos primeras partes de tiempo, y, así, no me parece en modo alguno contrario a la verdad decir que la intensidad de la velocidad depende de la extensión del tiempo. Por lo tanto, se puede admitir la siguiente definición del movimiento de que vamos a tratar: llamo igual o uniformemente acelerado a un movimiento que a partir de la posición de reposo toma, en tiempos iguales, iguales incrementos de velocidad.

SOBRE EL MOVIMIENTO DE PROYECCION

Hemos expuesto las propiedades del movimeinto uniforme y asimismo las del movimiento naturalmente acelerado a lo largo de cualquier plano inclinado. En la parte que ahora comienza, introduciré e intentaré apoyar con demostraciones algunos fenómenos importantes y curiosos; fenómenos que se manifiestan en un cuerpo que se encuentra en un movimiento compuesto de otros dos, a saber: de uno uniforme y de otro uniformente acelerado. Así parece estar formado el movimiento que llamamos de proyección; su formación la concibo del siguiente modo:

Tomo un cuerpo lanzado sobre un plano horizontal, sin obstaculo alguno de ninguna clase: de lo que, según antes se vió detalladamente, resulta que su movimiento será uniforme y tendrá lugar siempre sobre el mismo plano, a condición de que el plano se extienda ilimitadamente. Pero si el plano es limitado y situado a cierta altura, el cuerpo, que suponemos pesado, al llegar al borde del plano, añadirá a su progresión uniforme y no obstaculizada aquella tendencia hacia abajo que posee de resultar de su peso y así se formará cierto movimiento compuesto de uno horizontal y uniforme y de otro dirigido hacia abajo y naturalmente acelerado; le llamo movimiento de proyeción. Vamos en seguida a demostrar algunas de sus propiedades. . .

 

Fragmento de Discoursi e dimostrazoni matematiche intorno a due nuove science(1638).

Traducción de G. Ferraté (Barcelona, 1957)

Del libro Panorama histórico de la ciencia moderna de P. Lain Entralgo y José Ma. López Piñero.