Sitio Web de Héctor E. Medellín Anaya

LA LEY DE LA ELASTICIDAD: LA TENSION ES IGUAL A LA FUERZA

Robert Hooke (1635 -1703)

 

En sus primeros tiempos, muchas de las reuniones de la Sociedad Real de Londres eran casi funciones de teatro, exhibiciones de curiosidades científicas, en las cuales se proponía demostrar alguna flamante maravilla de la "filosofía experimental". Allí podía verse a Roberto Hooke, el áspero "encargado de los experimentos", afanado con los aparatos -bombas, balanzas, resortes, microscopios-, cuyo perfeccionamiento más le interesaba. Empleado al principio como ayudante de laboratorio por el honorable Roberto Boyle (1627-1691), "padre de la química y hermano del conde de Cork", Hooke colaboró con Boyle en los experimentos realizados con la máquina neumática acerca de la cámara vacía y la elasticidad del aire, que dieron como resultado el descubrimiento de la ley de Boyle, en virtud de la cual el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión ejercida sobre él en un recipiente cerrado (suponiendo una misma temperatura). Hooke, que siempre andaba empeñado en disputas acerca de prioridades, como la que tuvo con Newton a propósito de la ley de la gravitación, se sintió movido a descubrir una ley propia suya. Damos aquí el enunciado de dicha proposición, conocida actualmente con el nombre de "Ley de Hooke", en virtud de la cual el límite de la tensión elástica de un cuerpo es directamente proporcional a la fuerza. Hooke fue uno de los buenos microscopistas antiguos. En Micrographia (1665) da el nombre de "célula" o "celdilla" (cell) a las diminutas cavidades, como la colmena, que observó en delgadísimas láminas de corcho.

Salvo por lo que toca al anagrama latino, el inglés fue la lengua empleada por Hooke para comunicar su ley de la fuerza de la elasticidad. El pasaje que reproducimos está tomado de De Potentia Restitutiva, publicado en 1678.

Aunque varios matemáticos eminentes de nuestro tiempo han estudiado la teoría de los resortes, hasta ahora ninguno de ellos la ha publicado. Hace ya como dieciocho años que la hallé por primera vez; pero, teniendo el propósito de aplicarla a algún uso particular, me abstuve de darle publicidad.

Hace como tres años Su Majestad se dignó ver realizado en White Hall el experimento de donde salió esta teoría, y también mi reloj de cuerda. Hace alrededor de dos años al final de mi libro acerca de las descripciones de los helioscopios, imprimí esta teoría en el anagrama siguiente:

 

c e i i i n o s s s t t u u,

 

que quiere decir ut tensio sic uis ("como la tensión así es la fuerza"), o sea, que la potencia de todo resorte es proporcional a la tensión del mismo; o sea, que si una unidad de potencia lo alarga o lo encorva un espacio, dos lo encorvarán dos, tres lo encorvarán tres, y así sucesivamente.

Ahora bien, como la teoría es muy breve, facilísimo es el modo de comprobarla. Tomemos cierta cantidad de alambre liso, de acero, hierro o bronce, y enrollémoslo en un cilindro achatado de manera que forme una espiral del largo y número de vueltas que se quiera; hagamos luego abrazaderas con las puntas del alambre, y con una de ellas colguemos de un clavo la bobina, y de la otra suspendamos el peso que queremos que la estire. Suspendiendo sucesivamente varios pesos, observemos cuanto se estira la bobina con cada uno de ellos, además del largo en que la estira su propio peso; y veremos cómo, si una onza, o una libra o cualquier otro peso determinado hace que el alambre se alargue una línea, o una pulgada o cualquier otra longitud determinada, dos onzas, dos libras o dos pesos lo harán alargarse dos líneas, dos pulgadas o dos longitudes; y tres onzas, libras o pesos, tres líneas, pulgadas o longitudes; y así sucesivamente. Y ésta es la regla o ley de la naturaleza a la cual se ajusta todo movimiento de resorte o de restitución, ya fuere de dilatación o extensión, ya de condensación y compresión.

O bien tomemos un resorte de alambre de veinte, treinta o cuarenta pies de largo, y fijemos a un clavo la parte superior de él, y fijemos a la otra punta un platillo para recibir los pesos, luego con un compás midamos la distancia que queda entre la parte inferior y el suelo o piso que está debajo de ella, y anotemos esa distancia; luego pongamos pesos en el platillo del mismo modo que en las pruebas anteriores, y midamos los diversos alargamientos del resorte, y anotémoslos. Luego comparemos los diversos alargamientos del resorte, y hallaremos que siempre guardan entre sí las mismas proporciones que los pesos que los causaron.

Lo mismo resultará haciendo la prueba con un pedazo de madera seca que se doble y vuelva a su posición inicial, si se fija en posición horizontal uno de sus extremos y en el otro extremo se sujetan pesos que lo hagan doblarse hacia abajo.

Hace unos diez años que publiqué en mi Micrographia el modo de experimentar lo mismo con una masa de aire, así por rarefacción como compresión de la misma; por eso no es menester que añada ninguna otra descripción de ello.

 

Del libro Autobiografía de la ciencia de Forest Ray Moulton y Justus J. Schifferes (Traducción de Francisco A. Delpiane).